En muchos casos la inteligencia se suele medir por baremos como el coeficiente intelectual y no se tienen en cuenta otros aspectos, como las emociones. Ahora, cada vez somos más conscientes de la importancia de la inteligencia emocional a la hora de alcanzar la felicidad y es que… ¿acaso no queremos que nuestro bebé sea feliz?

Según Daniel Goleman, uno de los autores más relevantes del siglo XX, el éxito vital se debe en más de tres cuartas partes al desarrollo de la inteligencia emocional. Muchas madres y muchos padres se preguntan cómo podrían ayudar a sus hijos a desarrollar su inteligencia emocional.

Uno de los métodos que pueden ayudar en este sentido es el llamado “pensamiento emocional”, que trabaja a través de siete competencias emocionales básicas que se pueden trabajar a través de distintas actividades para los más pequeños. Algunos autores las organizan en tres grupos:

• Valores para la convivencia: respeto, asertividad, empatía y solidaridad.
• Gestión de emociones y motivación: resiliencia, autoconfianza y autoconocimiento.
• Cuidado de la autoestima: amor, liderazgo y honestidad.

Para trabajar cada área hay muchas actividades y rutinas que se pueden llevar a cabo. De momento, os dejamos tres sencillos consejos que pueden servir para todas:

• La mirada es muy importante a la hora de establecer una conexión entre personas. Si miras mucho a tu bebé, y tu mirada transmite amor, dulzura, protección, etc., él recibirá todas esas emociones.
• Hablar. Aunque tu pequeño todavía no hable, entiende perfectamente cuando te diriges a él y en qué tono, y se siente integrado dentro de la comunidad.
• Compartir. Si reaccionas antes las emociones de tu bebé, él se siente más comprendido y escuchado. Cuando se ríe, puedes reírte, cuando llora, puedes hacerle mimos, cantarle, hablarle, etc. Esto le ayudará a entender sus propios sentimientos, a conocerlos y a ser capaz de mostrarlos cuando lo considere oportuno.