No me gusta dictar sentencia sobre nada, pero probablemente septiembre sea el peor mes para los que tenemos hijos. Septiembre es sinónimo de desajuste económico y emocional. La vuelta al cole con todo lo que supone de material escolar, vestuario etc. supone un golpe a la economía familiar pero un golpe que viene acompañado de otro igual o más duro el de volver a meter a nuestros hijos en rutina.

Vuelven de las vacaciones como animales en libertad, asilvestrados totalmente, no hay quien les hable, les meta en la cama o les obligue a hacer alguna cosa que no sea lo que ellos quieres, es una lucha titánica de la que parece que no vas a salir nunca. El día se hace mucho más largo y acabas más cansado que nunca. A esto se suma los periodos de adaptación en los colegios, que cada vez son más largos y para seguirles el ritmo hay que hacer malabares con los horarios del trabajo o incluso pedir ayuda a los abuelos, vecinos o cualquier persona que tengas cerca.

Hay que reconocer que para los niños es duro volver a poner el trasero en el pupitre después de todo un verano y que esto les pone de mal humor y les afecta al sueño una situación que coincide con la que vivimos los padres también por la vuelta al trabajo.

Con todo ello hacemos un cóctel muy difícil de digerir pero afortunadamente septiembre ya acaba, la rutina comienza a sosegar nuestros espíritus. Así que adiós a adiós septiembre el próximo año tendré esté post cerca para recordarme que todo pasa.